GUAPO

Un chico bastante gilipollas

Un sábado, seis de abril, mi amiga Lena me invitó a salir de fiesta con ella a un pueblo del que no había oido hablar nunca; Santa Margarita. No conocía a nadie, pero confiaba en pasármelo bien. Y no fue así. Fue una noche horrible pues Lena desapareció y la policía tuvo que intervenir para ayudarnos a encontrarla. Hasta las seis de la mañana no la hayamos y fuimos a casa. Sin embargo, de esa noche me llevé algo que nunca imaginé. Al amor de mi vida. Y sí, lo digo así de directa. Sé que con dieciséis años no tengo que hacer caso de mis sentimientos porque son mucho más intensos y... basta. Lo sé, es él. Es la persona con la que quiero pasar todos mis días. De la que nunca me canso. Que sus besos me curan las heridas, y sus abrazos mis cicatrices. Una persona con la que si muero, será de risa. Y que si lloro, será de lo mucho que lo amo. Y sé, que somos dos jóvenes muy diferentes, pero tan diferentes que nos hace iguales. Somos dos mundos paralelos que al unirse, se complementan; ¿qué sería del cielo sin el infierno? 

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